Las mejores cunas para tu bebé



Los miedos de los padres primerizos

Tener un bebé es un momento trascendental en la vida de una persona, de eso no hay duda. (Casi) todos los padres recuerdan ese instante como uno de los más felices de su vida y durante los primeros días se instala en la madre y el padre una especie de magia que produce un estado de felicidad máxima. Pero esa magia no dura para siempre y pronto comienzan los primeros dolores de cabeza. Y es que tener un hijo es una responsabilidad que conlleva muchas dudas, especialmente para los padres primerizos.
Dudas con respecto a la salud, a la educación, a la higiene infantil, a la burocracia, y dudas con respecto a los propios sentimientos, a si seremos capaces de solucionar todos los problemas de forma satisfactoria. Para unos padres sin experiencia cada asunto puede cobrar una gran importancia, desde sacarle los mocos al bebé a saber por qué está llorando.
Precisamente los llantos son uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los padres. Muchas veces sucede que no sabemos exactamente la razón y probamos todo sin éxito hasta que terminamos en el médico. Pero todo esto es normal, se aprende a andar haciendo camino y ningún padre lo controla todo desde el minuto 1.
Si hay hasta hay padres que temen a los pañales. No será la primera vez que un padre aprende a poner pañales y otros trucos de higiene infantil viendo videos de YouTube. Hay que recordar que nuestros padres no tenían internet y salieron a flote.
Pero hay cuestiones más serias que lo de poner pañales, como puede ser la depresión posparto. Muchas mujeres la padecen y no hay que disparar las alarmas por ello. Internet está plagado de consejos en este sentido, pero nosotros siempre recomendamos un poco de sentido común, tanto para la propia madre, pero sobre todo para la familia, empezando por el padre y siguiendo por la abuela, la suegra, etc.
Precisamente las abuelas ocupan un lugar muy importante en este momento ya que han pasado por todo ello y pueden ayudar mucho a hacer que esos momento sean menos dramáticos.

La habitación del hijo

En muchas películas hemos visto la siguiente escena: una madre muestra la habitación de su futuro hijo o hija a algún familiar. Todo está decorado según sea niño o niña. Ya se sabe, azul para ellos, rosa para ellos. Aunque las cosas están cambiando… También podemos ver juguetes, peluches, estores con fotos, una cuna, etc…
Esto sucede en las películas, pero como se suele decir la realidad supera a la ficción. Conocí hace años a una pareja que llevaba mucho tiempo intentando tener hijos. A pesar de que hoy en día los métodos para mejorar la fertilidad han aumentado bastante, así como los controles para determinar cuáles pueden ser los problemas también son más fiables, todavía existen muchas personas que no pueden tener hijos a pesar de desearlo.
Esta pareja pasó por todas las fases. Primero lo intentó, después fue al médico, lo siguieron intentado, más pruebas, etc. Cuando una vez fui a casa de ellos, me sorprendí (casi me inquieté) al comprobar que una de las habitaciones ya estaba decorada para el hijo (o la hija) que aun no había llegado, ni siquiera se había gestado…
Aquella habitación tenía de todo y lo curioso es que estaba decorada de forma que pudiese servir tanto para chica como para chico… Tenía azul y rosa. No faltaban los peluches y los juguetes, los estores con fotos, pero lo habían hecho de tal manera que cualquier bebe podría sentirse ‘a gusto’ en aquel espacio.
Una persona que pasara por allí y se enterase de que esta pareja no podía (teóricamente) tener hijos, los tildaría de ‘majaras’. Pero hete aquí que unos meses más tarde de que yo me asustase al ver aquella habitación para un bebé imaginario, la mujer se quedó embarazada. Y de mellizos. La habitación era perfecta, solo tenían que poner una cuna extra, ya que llegó la niña y el niño.
Nunca les pregunté cómo habían solucionado el problema de fertilidad. No era asunto mío. La cuestión es que confiaron en tener un hijo tanto que al final tuvieron dos de una tacada. Y la habitación se llenó de vida.

Productos y ropa que necesita tu bebé en sus primeros meses

La rutina en el hogar, la temporada del año y el sexo del bebé, son algunos de los criterios para definir la cantidad, la variedad y el tamaño de las piezas que se incluyen en el neceser para el bebé donde también debemos incluir todo tipo de productos de higiene infantil. Sin embargo, hay una regla que se debe observar en todas las familias, si no se desea hacer compras inútiles, sin importar la estación del año que se atraviese: El neceser para el bebé cambia cada tres meses, tanto en lo que a ropa como a productos de higiene infantil se refiere.
En teoría, un bebé de menos de tres veces, cambia de ropa tantas veces como se alimente al día. Lo anterior significa que, el neceser para el bebé, debe tener entre 5 y 8 cambios de ropa, si es que pasa el día fuera de casa.
Por supuesto, el ajuar de un bebé, debe planificarse de acuerdo con el crecimiento del niño. Un bebé mayor de seis meses, tiene menos cambios diarios de ropa, que uno recién nacido. Es apenas natural y así debe ser. Por ello las piezas de un neceser para bebé de un recién nacido, son diferentes a las que utiliza un bebé de un año de edad.
El lugar de nacimiento, el clima y los factores ambientales en general, tienen una incidencia directa en el contenido del neceser para el bebé. Sin embargo, sin importar la estación del año, hay elementos que deben formar parte del neceser para el bebé. Entre estos productos de higiene infantil y de ropa, podemos ver algunos que no deben faltar como son los pañales adaptados a cada edad y cada etapa de crecimiento del bebé, una caja de toallitas suaves y húmedas para poder limpiarlos en cada muda, alcohol y tijeras de puntas redondeadas para curarles el ombligo en las primeras semanas, toallitas y bastoncillos de algodón para limpiar sus pequeños oídos.
Otra de las cosas que se necesitan en lo que a productos de higiene infantil se refiere son el jabón y champú neutros para que no irrite su piel ni sus ojos. También se puede incluir aceite para bebé, talco, lavanda y colonia.

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